Hoy me tocaron las pelotas
No tengo palabras para agradecer tanta atención. ¡En mi colegio nos preparan apasionantes pruebas!, A los profesores, si. Así que mi anterior invitación a Candela la hago ahora extensiva a todo los docentes de España. Como lo cuento. Resulta que hoy, en un gran espacio habitualmente vacío donde reunimos por unos minutos a una treintena de grandes niños de educación especial, aparecen como por arte de magia, además de otros objetos, multitud de pelotas de dos tamaños. Las primeras del tamaño de Júpiter y las segundas semejantes a Neptuno. ¡Qué diversión! reflejan sus caras. Uno de mis alumnos sonríe como un ratón encima de un trozo de queso. Mientras tanto miro a mi alrededor y no encuentro la cámara oculta. Tampoco es el día de los inocentes. ¡Ya lo tengo!. Esto es el Happy Park para ellos y el Gran Prix para mi. Debe ser por aquello de sacarnos de la rutina diaria y buscar nuevas formas de motivación del profesorado, tan propenso al agotamiento y la depresión. Está claro, la prueba consiste en que el elefante que hemos metido en la cacharrería no destruya ningún cacharro. Uno, dos, tres.....¡Ya!. Qué competitivo soy. Algún dia seré una máquina perfecta, un androide educativo. Intento abrir un par de puertas para esconder los balones gigantes. Están cerradas. Los empujo contra una esquina y las protejo con varias sillas de ruedas. Nos miramos entre nosotros y ejecutamos un pacto no escrito: jugamos todos de forma responsable hasta que ocurre la tragedia que prácticamente paraliza el Centro. Uno de mis mejores jugadores empeña sus 90 kilos de peso en propinar un pelotazo que destruye una placa del falso techo. Prueba no superada.
Parece que despues de este fracaso se va a reestructurar el sistema organizativo de la mañana de los viernes, supongo que por si aparecen pelotas gigantes de nuevo, cosa que al parecer es frecuente. Pero yo no estoy de acuerdo pues quiero seguir intentándolo cuando se reconstruya la zona cero. Quiero ser el mejor, conseguir la excelencia en la vigilancia con pelotas, ser el número uno. Pero la semana que viene más dificil todavía, con bolas de acero y en el techo, lámparas de araña con cristalitos. A ver si hay suerte y me supero.
Se puede pecar de inocente y ver las cosas sin dramatismos cuando realmente uno cumple absolutamente con rigor y profesionalidad en el trabajo y tener la conciencia tranquila de su forma de actuar ,si hay circunstancias que impide desarrollar la tarea con eficacia o bien te encabronas y eres un extremista o bien que cada palo aguante su vela ,pero pulpos no somos .
¡A trabajar con alegría y a lo mejor habrá que tocar de vez en cuando alguna pelotilla! (para que siempre no lleve la iniciativa el otro).
¡qué mala soy !